Sin voluntad autoridades venezolanas para enfrentar la corrupción.
La corrupción administrativa ha tomado forma y fondo dentro de las instituciones públicas del país, donde no se vislumbra autoridad ni voluntad política alguna para hacer frente a un mal que corroe las bases económicas de la nación, donde los más pobres cargan con la peor parte, pobreza extrema que reduce al mínimo las fuerzas de trabajo de pueblos indígenas y campesinos.
Los representantes
de organizaciones públicas vienen utilizando las funciones y medios en su
provecho económico para el enriquecimiento ilícito.
El dinero que se consume en la corrupción deja de gastarse en los servicios
públicos que proporciona toda entidad pública. La corrupción corrompe el tejido
social, disminuye la confianza de los ciudadanos en las instituciones, en el
gobierno y entre ellos mismos por la perversión de los valores, la ostentación,
la trampa y la ganancia ilícita.
Estamos obligados a reinvertir ese modelo para imponer la transparencia que genere
un reimpulso en la participación protagónica de la comunidad, incorporando la
participación de los actores a través de la contraloría social para que los
procesos administrativos sean más objetivos y transparentes.
“Todo ciudadano debe vigilar sobre la legítima inversión de las rentas públicas
en beneficio de la sociedad, y acusar ante los representantes del pueblo a los
defraudadores de ella; bien sea el fraude de parte de los contribuyentes, bien
sea de los administradores, o del propio gobierno que las dirige”. Simón
Bolívar.
La crisis moral institucionalizada desde el gobierno sacude los cimientos de la familia venezolana que ha luchado a lo largo de su vida por imponer valores de respeto, responsabilidad y honestidad, en un sistema donde cualquier pobre, agarrado de la impunidad de casos relevantes, amontona riqueza a manos llenas sin importar las consecuencias en su entorno.
En medio de esta crisis de valores es cuesta arriba para los padres de familia mantener la formación familiar heredada de sus ancestros, al observar con preocupación cómo las autoridades políticas regionales incrementaron sus riquezas, desde el mismo momento en que llegaron a sus cargos por elección popular o sin ella.
Ahora, ¿Cómo resolver el problema? No es difícil si existiera la voluntad del gobierno para poner freno al deterioro institucional que comienza desde el poder judicial. No es precisamente el eterno formato de intervención judicial liderado por la Asamblea Nacional o comisiones de alto nivel, porque siempre lo han hecho y no ha ido más allá de sustituir una tribu judicial por otra.
Las personas encargadas de velar por una
administración de justicia eficiente en el país, tienen que ser las más
capacitadas, como vía para establecer instituciones sólidas y reglas de juego
claras y transparentes, ya que no hay nada peor que criticar y terminar
haciendo lo mismo que antes se criticaba. Tenemos que marchar hacia un país
donde las reglas se cumplan y los procesos sean transparentes, donde la
justificación para tomar decisiones no sea la de los mismos errores de siempre.
La designación de magistrados del TSJ no debe obedecer a razones políticas,
tiene que ser los mejores abogados en el área, es decir, la crema y nata de la
especialidad, como parte de la búsqueda de una administración de justicia
eficiente y más acorde con los requerimientos del Estado Venezolano. La
separación de poderes y la independencia del poder judicial son puntos
importantes a tomar en cuenta para poder tomar las vías de desarrollo
requeridas.
Una intervención transparente y eficaz tiene que venir desde las bases sociales
del país, para lo cual vengo sugiriendo al señor presidente Nicolás Maduro
Moros la apertura de una página en internet, fin de que cada uno de los
ciudadanos del país, con argumentos contundentes formulen sus denuncias contra
estas tribus que continúan socavando las bases morales de la nación.
El problema del país es la corrupción y la falta de autoridad para dar castigos ejemplarizantes. Hay que comenzar por el TSJ, pero no con las mismas intervenciones de siempre donde desarticulan una tribu judicial para que asuma otra más poderosa, la intervención debe realizarla cada uno de los venezolanos a través de esa página en internet donde se denuncien los jueces y fiscales implicados en irregularidades administrativa.
Al señor Presidente corresponderá dar respuesta a las denuncias para adecentar un poder judicial con el que se pueda hacer frente a la corrupción que desmorona el resto de las instituciones públicas.
El señor Presidente puede esforzarse en buscar dinero de las instituciones financieras internacionales, pero mientras no controle la corrupción nacional, poco avanzará su gestión. El problema del país no es la escasez de dinero, es la soltura que tienen grupitos poderosos en las regiones y en la capital del país para adueñase de los recursos destinados a atender las necesidades de los más de 30 millones de venezolanos.
La corrupción, es y fue el mal instaurado por la vieja clase política, que bien aprendieron las recomendaciones sugeridas por las empresas petroleras norteamericanas con el pago de soborno para obtener los contratos de perforación y explotación de la extinta empresa CVP.
Dice la Palabra de Cristo: es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿Cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Porque hasta ahora se culpa de corrupción a la oposición y se protege el liderazgo actual que no puede justificar la riqueza que ostentan.
La justicia es la dama ciega, tiene que castigar el mal, venga de donde venga, a fin de evitar transformarse en injusticia.
Más información. Un grupo de profesores adscritos a la Zona Educativa de Amazonas aprovecharon el alcance de este blog para hacer un llamado al ministro de educación Héctor Rodríguez, a fin de que envié un supervisor nacional a constatar el deterioro de las instalaciones educativas de la región, la irregularidades que se cometen con la compra de Alimentos del Programa Escolar donde se observan facturas con las que se justifica la compra de jamón, queso amarillo, carne y pollo que no llega a las escuelas, así como la escasez de material de aseo y papelería. A simple vista se observa que la comida de los niños es un negocio lucrativo.
Andrés García Bolívar
Pastor iglesia evangélica: “El Evangelio Eterno”
Teléfono: 04161067319
andresgarbo3510@gmail.com
andresgarbo@hotmail.com
Lea en este blog más artículos y los libros: La familia del Yaruro, Un grito en el sur y La Justicia de Justa.