Quitémosles gobernaciones y alcaldías a contratistas y proveedores
Los actuales gobernadores y alcaldes del país, gobiernan para sí mismo, no van más allá de ser meros representantes de proveedores de maletín y contratistas, vendiendo contratos de obras y de proveeduría, con un soborno generalizado de 20% que cobran para enriquecerse ellos, familiares y amigos. El resto de las familias pobres que habitan las regiones, se conforman con ver a los gobernantes comerse el dinero que llega para todos, hablen de socialismo, democracia o cualquier especie partidista, siempre el formato de gobierno será el mismo.
Los servidores públicos son impulsados a actuar en contra de las leyes, normatividad y prácticas implementadas, a fin de favorecer sus propios intereses, atacando cualquier rubro y a cualquier clase social, por la nefasta intención de enriquecerse a costa de las demás personas.
El próximo año se realizarán elecciones regionales y será el momento para que el soberano se quite de encima esta vieja práctica de entregarle el poder a grupos privilegiados para su goce y disfrute. Entreguémonos nosotros mismos el gobierno, para que el mismo pueblo se otorgue la construcción de obras a través de grupos de desempleados, padres de familias pobres, sectores populares y otras agrupaciones sociales que quieran incluirse dentro de los presupuestos regionales, para enfrentar con hechos concretos la extrema pobreza en que nos sumergen unos capitalistas disfrazado de socialistas, y la clase pudientes que llegó a la Asamblea Nacional, con su agresiva lucha por meterle manos al presupuesto nacional.
Con el dinero consumido por un contratista en una obra, el soberano por vía de administración directa construye dos obras y media, ellos incrementan hasta en trescientos por cientos las obras para pagar 100% al alcalde o gobernador, 100% para la obra y 100% para el contratista que no levanta una sola pala de tierra. Sus manos se ensucian para pagar soborno y campañas políticas.
Esta falta de ética jurídica y política, aunada a un mezquino modelo de gobierno que agrupa a chavistas y opositores en un mismo saco, ha sido el de siempre y no lo hace peor uno que otro, los favorecidos siempre serán los mismos contratistas y proveedores que no hacen campaña, no visten franelas políticas, ni asisten a marchas para no quemarse con el sol. Dinero suficiente tienen para financiar campañas y comprar por adelantado, los nuevos contratos.
Son estos pequeños grupos en las regiones, los que fabrican gobernadores y alcaldes a su medida para cargar con el presupuesto, engordar empresas constructoras con costosas maquinarias y dejar sin comida, hasta el mismo personal que trabaja con ellos, pagan mal, se apropian de las prestaciones sociales y construyen con materiales de segunda y hasta tercera calidad.
Esta corrupción legalizada con actos ilegales, ilegitimo y no ético por parte de estos servidores públicos, en perjuicio del interés común de la sociedad y del gobierno, y en beneficio de un interés egoísta, mantiene lleno un cementerio de presidentes, gobernadores y alcaldes que los colocan por un periodo y el mismo pueblo los aniquila, pero deja intocable a la mafia de contratistas y proveedores que aún se mantiene intacta.
Así se erosiona la credibilidad y legitimidad de los gobiernos, reduce los ingresos fiscales e impide que los escasos recursos públicos coadyuven al desarrollo y bienestar social. Permite la aprobación y operación de leyes, programas y políticas, sin sustento o legitimidad popular. Revitaliza una cultura de corrupción y contribuye a su proliferación.
Los mandatarios regionales y locales no visualizan proyectos agrícolas y pecuarios o de fortalecimiento comunitario, mantienen sus ojos engordándose en construcción de obras. El hambre ronca en el estómago de familias pobres, la desnutrición se ensancha en cada región y ellos amontonando fortuna y doblegando pueblos por hambre en cada proceso electoral.
Se anuncian candidatos para el proceso electoral del año próximo. En Amazonas suenan Liborio Guarulla para la reelección o su hermana Nirma Guarulla para sustituirlo y Bernabé Gutiérrez, todos por Acción Democrática. Son los mismos contratistas con las mismas mentiras, es decir, las mismas zorras de diferente color, pero con las mismas mañas. Por otro lado está el otro grupo de adecos rojitos: Antonio Graterol, Delkis Bastidas, Edgildo Palau y Nicia Maldonado. Todos pertenecen al mismo clan de Liborio Guarulla.
Hay que fabricar candidatos anti contratistas, que de hecho y de derecho incluyan propuestas vecinales en el presupuesto regional para que el dinero permee hasta las clases más deprimidas. Que gobierne con los más pobres y sin las mafias de contratistas y proveedores de maletín.
Andrés García Bolívar
Pastor iglesia evangélica: “El Evangelio Eterno”
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