Pobreza obligada marchó con oligarquía de Amazonas
El Día Internacional de la Mujer es una fecha que se celebra por la lucha en pro de la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo, pero en la actualidad, la pobreza de las mujeres en Amazonas ha rebasado los límites de una simple preocupación regional hasta alcanzar nivel nacional, al grado de encontrarse entre las cuestiones fundamentales y prioritarias de nuestro país que ameritan atención especial en las políticas gubernamentales, así como en la proliferación de asambleas representativas que apoyan y defienden indígenas por permanecer al margen del pleno desarrollo, hombres y mujeres que exponen en su lengua su lucha por el total reconocimiento de sus derechos y su personalidad jurídica y social.
A pesar de que la mujer ha conseguido logros y espacios donde antes no tenía acceso ni remotamente, todavía hoy se subestima a la mujer campesina-indígena otorgándoles trabajo de semiesclavitud y obligándolas a acudir a marchas donde se lucha por intereses particulares de una oligarquía, que sin piedad en su corazón, se apropian del dinero de estas madres de familias, que más apoyan las organizaciones políticas para paliar el hambre, que por la ideología que pregonen.
Unas ocho mil mujeres indígenas devengando salarios inferiores a los ocho mil bolívares trabajan en la gobernación de Amazonas, de las cuales trescientas aproximadamente fueron obligadas a marchar para exigir la renuncia de Nicolás Maduro y la reincorporación de unos diputados flojos, sin ideas de lucha que cobran un salario por bostezar y levantar perezosamente la mano para robar el trabajo de otros.
Encabezando la marcha lo hacían Judith Campos de Guarulla y Nirma Guarulla, esposa y hermana respectivamente del gobernador Liborio Guarulla, damas humildes y empobrecidas hace 16 años atrás, cuando llegaron al poder, hoy, millonarias, propietarias de costosas quintas y varios apartamentos en el país, hermosas casas en Puerto Ayacucho y lujosas camionetas. Con cuentas en dólares en Panamá y España, pero sin dolor en su alma obligaron a machar detrás, madres indígenas sin alimentos en sus casas, muchas con vestidos y zapatos recocidos obligadas a poyar una oligarquía que ningún beneficio representa. Estas madres indígenas trabajan en comités de la organización política del gobernador, donde son obligadas a vestir franela azul, barrer calles, cortar montes, carretilleras y hasta en las casas de esta nueva oligarquía opositora. Según el gobernador es un trabajo digno, pero ninguno familiar suyo lo hace.
Recientemente fueron obligadas a marchar en contra de sus propias deudas, al enfrentar los colegas que exigen al gobernador Liborio Guarulla pago de deudas, incremento de un salario que no alcanza para comprar alimentos como: azúcar, arroz, espagueti y harina precocida, que aquí alcanza precios de hasta mil doscientos por kilogramos.
Varias de estas mujeres indígenas son parceleras que hacen trabajos extras para complementar la alimentación, otras trabajan en hogares y hasta auxilian familias en tareas agropecuarias o jornaleras para redondearse algo más de dinero.
Ella son quienes elaboran productos de consumo imprescindibles para la familia, como: vestidos y alimentos, manufacturan productos artesanales que se destinan a la venta, y muchas veces son trabajadoras domésticas para incrementar el presupuesto familiar.
Se esfuerzan y trabaja al máximo, pero viven frecuentemente en extrema pobreza y marginación, donde padecen hambre, falta de atención médica oportuna y recursos para enviar sus hijos a las escuelas.
Ellas están claras que la victoria de Nirma Guarulla, anulada por el TSJ, se obtuvo por la compra de votos, y que junto a la primera dama, la septuagenaria Judith Campos de Guarulla, apoyan el paro empresarial que va en su contra, pero nada pueden hacer porque las botarían y quedarían sin los seis mil bolívares que devengan como trabajadoras en lo comandos políticos, donde no se otro beneficio.
“Cómo en estas condiciones podemos celebrar el día de la mujer”, dijo María Ponare, una indígena que marchaba sin desayuno. “Ahora nos toca resistir a esta nueva oligarquía indígena que nos somete por hambre”, añadió la mujer con lágrimas en sus ojos, casi exigiéndole a quien escribe, que le aportara algo para llevar comida a sus hijos. “Nada podemos decir porque nos botan”, concluyó sugiriéndome: “diga eso, por favor”.
Venezuela es de Jesucristo
Andrés García Bolívar
Pastor iglesia evangélica: “El Evangelio Eterno”
Teléfono: 04161067319
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