Paquetazo neoliberal católico a nombre de Cristo
Mientras aumenta la pobreza, mueren niños de hambre y los servicios públicos son deficientes por falta de recursos, el Estado venezolano aporta a la Iglesia católica, a través de subvenciones directas y exención de tributos una cifra de miles de millones de bolívares anuales. Ello significa que cada persona residente en este país, sea católica o no, le corresponde una “cuota o dádiva” indirecta a esta transnacional religiosa.
La iglesia católica es inmensamente rica, no está sufriendo la crisis alimentaria y de medicamentos que azota a los venezolanos, disfruta de un verdadero paraíso fiscal, al estar libre de impuestos. La inmensa mayoría de los bienes que están en su poder y de sus cuentas son totalmente opacas, situación ilegítima e ilegal, con la complicidad y asentimiento de los poderes públicos, ello supone que podrían estar cometiendo diversos delitos.
A ello hay que sumar los apoyos directos o indirectos del Estado, como exenciones de impuestos y otros, a las Universidades católicas y a sus Fundaciones, así como el costo de la permanencia de capillas, capellanes y de profesorado que imparte teología, derecho canónico, etc. en Universidades públicas.
Varias organizaciones de la iglesia católica son propietarias de universidades y de Facultades eclesiásticas, centros teológicos, colegios universitarios, escuelas universitarias e institutos superiores. Dentro de la enseñanza hay que contar las cuantiosas donaciones que diversos estamentos públicos, hacen a fundaciones, universitarias privadas católicas y otras entidades educativas de la iglesia.
También otorgan a organizaciones de la Iglesia y a la Conferencia Episcopal, subvenciones y donaciones de apoyo por parte del Estado, para sus editoriales y medios de comunicación. La actividad “social” que además de su labor de caridad, utiliza para proselitismo y propaganda católica, se realiza a través de centenares de asociaciones, organizaciones, fundaciones, congregaciones religiosas vinculadas a la iglesia a través de delegaciones diocesanas locales y de las delegaciones autonómicas, tales como Cáritas, Manos Unidas, Fe y Alegría y otras, y centros y casas de caridad, dispensarios, casas de ancianos, discapacitados, orfanatos, guarderías, centros especiales de reeducación, centros de drogodependientes etc. a través de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados o las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl y otras múltiples pertenecientes a diversas congregaciones religiosas, que reciben dinero vía subvenciones, conciertos y donaciones directas del estado.
Sin embargo, a los curas les parece poco el dinero que amontonan a nombre de Cristo con una transnacional que arranca el pan de la boca a miles de niños en el mundo. Ahora las escuelas públicas privatizadas por el Vicariato de Puerto Ayacucho, decidieron incrementar las mensualidades en un 75%, al igual que el ambulatorio Sor Carmen Vegas, aclarando, que las edificaciones fueron construidas por el Estado, que cancela salarios a docentes, obreros y resto de trabajadores. Otorga subvenciones y donaciones que ellos venden, no rinden cuenta a nadie, las escuelas aparecen registradas como propiedad de monjas, y a los pobres los marean con agua bendita y bendiciones, pero nadie come de los curas.
La escuela Padre Manyanet, construida por el FIDES a solicitud de las monjas que se valieron de firmas de familias indígenas para solicitarla como centro de educación para niños indígenas, desplazaron a los niños del sector y se hicieron de estudiantes de la elite regional a quienes cobran mensualidades disfrazadas de colaboración y mil quinientos bolívares anuales por un seguro educativo, cuyos padres y representantes, jamás han visto.
Los niños que viven en las cercanías de ese plantel fueron obligados a inscribirse en otra escuela a unos once kilómetros, que a pie caminan a pleno sol de mediodía.
La Comunidad Económica Europea donó 980 mil euros para la comunidad indígena de Morichalito. Llegaron al Vicariato Apostólico y desaparecieron. La comunidad indígena sigue allí, con sus niños roncándoles el estómago de hambre, vientre hinchado de parasitosis y observando como monjas y curas se pasean en lujosos vehículos con su respectivo chofer.
La extinta UNICEF, aprobó decenas de costosos proyectos para comunidades indígenas, vía Vicariato Apostólico, el dinero llegó a los bolsillos de los curas, las comunidades nunca los vieron, pero tiempo después se enteraron, de la aprobación de los invisibles beneficios.
La principal labor de la iglesia católica en Amazonas fue aplicar su principio de Opus Deis (clases pudientes aplastando a los más pobres). Educaron indígenas llenándoles el corazón de orgullo y avaricia, los apoyaron como candidatos, conquistaron sus cargos y se convirtieron en nuevos conquistadores españoles salidos de nosotros mismos, para entregar riquezas a la iglesia católica. Edificaron una lujosa y millonaria infraestructura en medio de un pueblo pobre y con hambre. Los autores: Liborio Guarulla, Edgildo Palau, Delkis Bastidas, Nicia Maldonado, Antonio Graterol y Rubén Montoya, dueños aquí, de todos los cargos públicos de la Revolución y oposición. Traicionaron su propio pueblo para beneficiar a un grupo de españoles que dicen amar los indios, pero se tapan la nariz cuando un indígena pasa cerca. Estos líderes chavistas y opositores no llegaron armados de espejitos, trajeron un arma más letal, el hambre con la que someten por desnutrición a niños y comunidades enteras. Este grupo de falsos luchadores indígenas, si regresara Guaicaipuro, los desplazaría a flechazo limpio por traidores, porque de él no hacerlo, ellos lo venderían a los curas para incendiarlo de nuevo dentro del mismo rancho.
Los curas y monjas le quitan el pan de la boca a niños indígenas y a gente pobre, mientras pregonan amor al prójimo a los cuatro vientos. Los pobres les sirven de anzuelos para pescar riquezas.
Monseñor Divasson Cilvetti es líder de la oposición en Amazonas, pero mantiene el control del gobierno opositor y chavista, razón suficiente para ser designado por este grupito de indígenas oligárquicos, como orador de orden el Cinco de Julio.
Andrés García Bolívar
Pastor iglesia evangélica: “El Evangelio Eterno”
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