Otra oleada de diputados sumisos a la Asamblea Nacional
La ausencia de controles efectivos por parte de la Asamblea Nacional para frenar la desbordada corrupción administrativa, otorga libertad y estimula a los gobernantes a incurrir en delitos contra la Hacienda Pública, en consecuencia se observa un fracaso ético moral que recorre de un lado a otro, todas las instituciones del país, permitiendo dar al traste con el viejo principio democrático sustentado en que el poder reside en el pueblo.
El soberano elige diputados para que legislen y controlen al Ejecutivo Nacional o Regional, con facultad de recabar de las administraciones públicas datos, informes o documentos que requieran, así como formular proyectos de ley, con plena libertad para desarrollar funciones, especialmente la crítica y el control, pero más luchan contra la corrupción la ciudadanía, que estos maniatados diputados que van a calentar butacas, cobrar dietas, viáticos y comisiones, y a levantar sus manos entre bostezo y bostezo para apoyar lo que decide su respectiva cúpula. Se representan a ellos mismos y no a las comunidades que los eligen.
Muchos ciudadanos honorables han enfrentado la corrupción con coraje y gallardía, siendo vigilantes, valientes y tomando acciones continuas. El contexto electoral que se avecina, otorga a cada ciudadano voz y voto para escoger entre lo justo y lo profano.
Nuestros legisladores son tan cínicos, que abiertamente aceptan la corrupción como herencia del pasado, la justifican como mal incurable en el presente, y cruzan sus “adormitados” brazos al no saber cómo atacarla. Con esa carga de flojera, dejadez y abierta complicidad con los operadores de la corrupción, se marcha una camada de diputados sumisos, pero la misma actitud abriga la esperanza de los que llegarán a obedecer órdenes impuestas por las cúpulas. Se acostumbran a dejar de hacer y dejar pasar.
Muchos de estos legisladores pasan inadvertidos, pero entre la montonera se observan sus brazos cuando en las comisiones manipulan procesos para favorecer con recursos y privilegios al partido al cual se deben, aprobando asignaciones presupuestarias para fines inauditables. En ese momento se entienden perfectamente gobernantes y opositores.
Es necesario que los electores hagan escuchar su voz a través del único mecanismo que disponen, el voto, para hacer sentir la fuerza y el poder de su voz, conque decirles a los señores diputados, basta de mentiras y corrupción. No más diputados sumisos y complacientes que guardan silencio cómplice frente a los miles de actos que atentan contra sus propios electores.
Es contundente la impresión que el Gobierno, no solo ha sucumbido, sino que se ha sometido ante la abrumadora corrupción de unos operadores políticos que pagan periodistas, contralores, fiscales, cuerpos de seguridad y cuanta persona represente una amenaza para sus oscuros intereses. La ciudadanía en general guarda silencio frente a un sistema jurídico que protege y ampara impunidad.
La dimensión de este desafío de combatir la corrupción como un principio de seguridad de estado, requiere que se abra un espacio fundamentalmente cívico, creíble, confiable y abierto, es decir, sin que se haga distinción entre venezolanos, porque la corrupción no es propia de uno u otro sector partidista, los envuelve a todos y nos obliga a cerrar filas en un frente común sólido.
Las voces fuertes de denuncia pública en los medios de comunicación y en especial, de casos documentados o de investigación periodística que evidencian altas probabilidades de corrupción o bien de los casos que se someten a procesos jurídicos, han sido acalladas, mediatizadas y opacadas para que no tengan resonancia directa en la ciudadanía, pero he ahí el coraje y la voluntad de la ciudadanía para hacer contraloría social.
Existen venezolanos dispuestos a contribuir y participar con fuerza y coraje en un espacio donde se emprenda una lucha seria contra este flagelo o en cualquier otra iniciativa que una la mayor cantidad posible de gente honesta, que los hay por miles. Debe formarse un equipo espontáneo y responsable sin que medie dirigente partidista alguno.
En este país hay capacidad y voluntad probada para, en estos momentos de crisis, organizarse con extraordinaria eficiencia y empujar en favor de esta noble causa. Las circunstancias y las condiciones están dadas para los venezolanos de buena voluntad, sin distinción de color político, raza o condición social.
Andrés García Bolívar
Pastor iglesia evangélica: “El Evangelio Eterno”
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