La avaricia de los gobernantes es insaciable

07.02.2015 18:22

Se llega a esta simple conclusión observando a los que tienen la responsabilidad de administrar los recursos del país y ver su entorno, como prosperan tan rápidamente, adquiriendo quintas, vehículos, apartamentos, fincas ganaderas y hasta con aeropuertos. Lo hacen líderes de la oposición o del chavismo. La avaricia no distingue rango, jerarquía, cargo o color. Una interrogante salta a la vista ¿Cómo lo hicieron? Algunos llegan con pobreza notable y otros con pocos recursos, pero sorprende la forma como adquieren tanta riqueza en tan poco tiempo. No hay nada oculto entre cielo y tierra, tiempo después la verdad hace desplomar la mentira, se valen de vericuetos administrativos para apropiarse “legalmente” del dinero que nos corresponde a todos. Ellos sacian un deseo, pero uno nuevo aparece para ocupar su lugar. Así van por la vida adquiriendo tantos bienes como puedan, calmando su sed de dinero con la misma avaricia de los narcotraficantes que van dando muerte a cuantas personas se opongan a su sucio negocio para amontonar dinero con el que no llegan al final de la vida, por que otro, con más avaricia en su corazón, los liquida en el camino.

Estos dirigentes políticos ocultan su vanidad detrás de lujosos y costosos edificios muy seguros, hermosas quintas con altas cercas con cámaras, alambres electrificados y perros guardianes de las mejores razas, aunque Cristo dice en su Palabra: ¡Ay de los que ajuntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo¡ ¿Habitareis vosotros solo en medio de la tierra?

No se es conforme con lo que se tiene, sino que por encima del hambre de otros, está el deseo de amontonar fortuna quitándoles el pan de la boca a familias muy pobres, dando rienda suelta al apetito de la carne. Hoy compran algunos bienes para darle paz a su alma y mañana siguen comprando en búsqueda de una satisfacción que pareciera nunca llegar, pues la cadena continúa.

El comprar y adquirir nuevos bienes se convierte casi en un deber que no permite al ser humano ser solidario con los suyos que padecen pestes, hambres, enfermedades, pobreza, inferioridad humana, catástrofes, casi nos hacen ver que el ser humano no es gente buena. Las fibras del corazón no se conmueven frente a las verdaderas necesidades, no hay quien ayude cuando llaman lamentaciones y tristezas por enfermedades de padres, hijos, hermanos y amigos. Mueren seres humanos y no hay gobernante que ayude, ni moral ni económicamente. Se burlan y ríen del sufrimiento humano.

No puede avanzar el crecimiento de una nación con un gobierno donde el dinero que es para todos, se concentra en manos de contratistas y proveedores millonarios, que se valen de amistades para ser beneficiados por leyes injustas.

El soborno es maldición que tuerce la justicia y corrompe la sabiduría de los gobernantes.  Dice Cristo: ¡Ay de los que dictan leyes injustas y prescriben tiranía para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho de los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas y robar a los huérfanos¡

Gruesas fojas de dinero cobran como soborno en las empresas cementeras, metalúrgicas, petroleras, ensambladoras de vehículos y agrícolas para que un pequeño grupito se enriquezca frente al 80% de los pobres de este país ¿Cómo prosperaremos con la maldición encima?

Tuercen el derecho y violentan la justicia para apropiarse del dinero de los más pobres, frente a unas instituciones creadas para castigar el delito, pero se van por el camino fácil guardando silencio cómplice.

Aquí en Amazonas continúa aumentando la desnutrición infantil, la pobreza extrema y miles de necesidades en sectores vecinos de la residencia del gobernador y de los representantes del gobierno nacional que muy poco hacen, prefieren ocultar la verdad para desviar recursos hacia áreas de menor interés que muchos beneficios dejan, que invertir recursos en agricultura o en programas para hacer frente a la desnutrición que hace estragos en la población indígena y campesina.

En Parima B los yanomami, que nada conocen de impuestos y rentas petroleras, cada día rodean el puesto militar buscando sobras para comer, como lo hacen decenas de niños y familias pobres del basurero municipal en Puerto Ayacucho. No es que todo mundo es malo, es que los buenos muy poco hacen para ayudar en favor de estas familias.

Sin embargo los gobernantes continúan amasando fortuna frente a nuestra pobreza, desconocen que Dios sobre los injustos y desobedientes aumenta maravillosamente sus plagas y las plagas de su descendencia, plagas grandes y permanentes y enfermedades malignas y duraderas.   

 

 

Andrés García Bolívar
Pastor iglesia evangélica: “El Evangelio Eterno”
Teléfono: 04161067319
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Lea en este blog más artículos y los libros: La familia del Yaruro, Un grito en el sur y La Justicia de Justa