Impunidad, corrupción y matrimonio entre militares, policías y delincuentes alimentan auge delictivo
La horrible impunidad frente a las decenas de crímenes que cada semana se comenten en la región sur del país, se ha convertido en alimento perfecto para que la delincuencia someta a los habitantes con horrendos crímenes, sorprendentes atracos y robos continuos a casas de familias, sin que los cuerpos de seguridad, cuyo poder en hombres y armas es superior a las bandas criminales, enfrenten la desbordante inseguridad, convirtiéndose sospechosamente, en meros expectantes. Las estadísticas a nivel nacional reflejan continuas alzas en la tasa de crímenes, robos y atracos, como consecuencia de la alarmante impunidad que ocupa el primer lugar en el aumento de la tasa de delitos, de los cuales, muy pocos derivan en detenciones.
Según registro de la policía científica en el país, solo nueve de cada cien homicidios fueron detenidos, lo que demuestra la sospechosa impunidad, añadiéndose el elevado número de armas de fuego en poder de los ciudadanos, que se calcula entre 9 y 15 millones, según datos del Instituto de Investigaciones de Convivencia y Seguridad Ciudadana.
La corrupción en el seno de los cuerpos policiales es otro de los factores fundamentales, al existir policías y militares involucrados en tráfico de droga, combustible, homicidios, atracos y robos a casas de familia, cuando el objetivo elemental de estos cuerpos, tiene que ser luchar contra la inseguridad, el principal problema que preocupa a la ciudadanía de la región sur, por encima de la crisis económica o fallas en el transporte, como aquí ocurre.
Para el indígena Juan Camico, los planes de seguridad lo único que han generado es mayor corrupción entre los uniformados. Cada vez que se implementa un nuevo control, lo que crece es la cuota de ‘matraca’ en las alcabalas a los contrabandistas y no se observa ningún resultado positivo para los que vivimos en los municipios fronterizos.
Sostuvo que la medida contra el bachaqueo ha sido un fracaso, lejos de disminuir el contrabando, se ha incrementado los índices de corrupción entre los organismos de seguridad, donde el levantamiento de la medida podría ser la mejor opción. El contrabando pasa ante los ojos de efectivos de cuerpos de seguridad diariamente y todos lo sabemos. Ellos no necesitan la noche para cruzar alimentos o gasolina, solo necesitan el dinero con el que pagan a cuerpos de seguridad por pasar hacia Colombia, aseguró Camico.
La intervención policial ha sido un rotundo fracaso según dijo, en razón de que las decisiones se toman a puerta cerrada con clara intención de favorecer grupos de poder, cuando son los efectivos de estos grupos quienes alquilan armas a delincuentes, sacan detenidos por las noches a cometer atracos y luego comparten el botín. Allí hay quienes protegen delincuentes que roban motos, carros, tráfico de droga y cometen atroces delitos como sicariato y secuestros exprés, es decir, un verdadero matrimonio que produce un muy lucrativo negocio.
Cualquier intervención policial sin la participación de la comunidad es nula. El señor Freddy Bernal debe aperturar página en internet para que la comunidad denuncie los efectivos incursos en estos delitos. A él corresponderá dar repuesta y seguramente tendremos unos cuerpos policiales con mayor honestidad y credibilidad. La ciudadanía sospecha y se cuida más de los uniformados, que de los delincuentes. Efectivos militares y policiales son expertos en sembrar droga, armas sucias y mercancía robada. Sin que les duela el alma acusan a personas inocentes y a ellos le creen por ser organismo auxiliares de la Fiscalía.
En Puerto Ayacucho y Caicara de Orinoco la delincuencia gobierna a sus anchas y sin zancadillas policiales, que no estorban para que el negocio fluya sin tropiezos.
Andrés García Bolívar
Pastor iglesia evangélica: “El Evangelio Eterno”
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