Hambre y desidia oficial reinan en el sur

26.10.2015 00:54

En comunidades indígenas y sectores más empobrecidos de la región sur de Venezuela, se come una o dos veces al día. El dinero no alcanza para comprar los alimentos del hogar. Las colas son más largas y frecuentes. Los insumos de la cesta básica escasearon. La angustia y desesperación son acompañantes para hurgar entre abastos, bodegas, buhoneros y bachaqueros, comprando arroz, aceite, azúcar, espagueti, pañales y detergentes, que usualmente no alcanzan para todos.

La carne y el pollo que se vende en las dos bodegas de Mercal, alivian la situación del pequeño grupo de compradores que se abastecen allí, pero la gran mayoría de los sectores marginales viene acudiendo una vez al mes por falta de dinero, y en el resto del interior el hambre ronca en los estómagos vacíos de niños, padres y madres de familias que no ven como resolver la aguda crisis económica que estremece los cuatro extremos del país. Gran parte de esos alimentos, sin traspiés, continúan cruzando a Colombia.

Esta desesperante realidad recrudece con tanta fuerza que la desnutrición infantil, pobreza extrema y el desempleo aumentan a niveles alarmantes. El hampa les gana la batalla a los organismos de seguridad y las opositoras autoridades regionales y el oficialismo nacional, de espaldas al pueblo, se encuentran enfrascadas en una fría campaña electoral que para nada anima a estos sectores que invierten su tiempo en kilométricas colas para llevar comida a su casa.

Los diputados a la Asamblea Nacional por Amazonas, los opositores Nirma Guarulla y Julio Igarza abren la boca para bostezar y cobrar sus jugosas dietas en el recinto legislativo. No son más que legisladores improductivos y calentadores de butaca. Sí son buenos contratistas y proveedores de Liborio Guarulla, y no faltan a la taquilla de la AN para cobrar los 37 mil bolívares mensuales de dieta, más 20 mil de viáticos.

Nada refieren sobre la aguda crisis económica que desangra los pueblos indígenas del sur del país, cuando ellos son sus representantes. “No soportamos más frustraciones con diputados flojos, mudos y que una vez electos, más nunca visitaron las comunidades y, mucho menos se acercaron para escuchar sus problemas, angustias y necesidades”, dijo el indígena Francisco Caribán, advirtiendo que ahora se aparecen con la cara muy lavada buscando la relección y a solicitar el voto nuevamente.

“Nos cansamos de estos diputados contratistas que no se preocupan por la extrema pobreza en que viene cayendo el sector indígena donde el hambre ya ha matado niños, cuando ellos, con su organización política controlan la gobernación, alcaldía más importante, Asamblea Legislativa y todo el dinero que envía el Gobierno Nacional para fortalecer las comunidades, lo planifican en compras y contratos para cobrar 20% de soborno y enriquecerse ellos y sus familiares, aseguró el molesto Francisco Caribán. 

La otra representante del sector indígena, es la exministra de Asuntos Indígenas Nicia Maldonado, con tanto dinero, que no sabe los bienes que posee. Derrocha dinero a manos llenas y visita las hambrientas comunidades indígenas en su lujosa y costosa camioneta Hummer. Así exhibe su pomposa fortuna y que el hambre dé cuenta de los indígenas. Ella, y el resto de la directiva del PSUV, ya resolvieron sus problemas económicos.

La oposición venezolana afinca su campaña en su lucha contra la corrupción, pero guarda silencio cómplice frente a un sector empresarial, que como buitres hambrientos de carne fresca, acaparan alimentos y medicamentos para complacer las políticas intervencionistas de Estados Unidos. Miles de niños indígenas morirán o sobrevivirán a esta arremetida de la extrema derecha, que aquí lidera Liborio Guarulla, un nuevo millonario, representante de estos pueblos, pero enriquecido con el dinero de ellos.

La crisis económica atizada por los avariciosos empresarios de este país, consiste en criminalmente acaparar y extraer alimentos para obligar al electorado a sufragar por los candidatos de una oposición que conquistará una supuesta victoria por hambre, que bien costará: muerte, desnutrición e incremento de una desbordada delincuencia. Esta verdad la negarán e intentarán lavar sus rostros en inocencia, pero Dios no da por inocente al culpable. Su juicio también vendrá contra estos acaparadores de alimentos.

Cierto es también que la corrupción del gobierno de Maduro, facilita el trabajo de la oposición permitiendo el acarreo de alimentos hacia otros países, como también la corrupción militar acapara materiales de construcción, producción de vehículos, celulares y electrodomésticos importados de China.

Es tanta la corrupción militar, que muchos “honorables oficiales” de la FAN, tienen hasta cinco vehículos producidos en Venezuela trabajando de taxis, es decir, quitándoles el pan de la boca a humildes trabajadores del volante, que con sus cacharritos están obligados a buscar el alimento de cada día. Se suma que los permisos de exportación, importación o movimientos internos de mercancía, cuestan 50 mil dólares que se pagan a mi General o a mi Coronel. No aceptan bolívares, porque el Bolívar va en caída libre.

Dios es fuego consumidor. Busquen a Cristo antes que el juicio de Dios caiga sobre ustedes. Horrenda cosa es caer en las manos del Dios viviente. Cobrar soborno, robar u obtener las cosas con avaricia es maldición. Ninguno se presentará delante de Cristo con lo robado en las manos. Sobre el que cae la maldición la familia se destruye, los hijos pueden agarrar malos caminos o llegan enfermedades duraderas y muy dolorosas. El dinero y los bienes se quedan aquí, porque nada trajiste, nada llevarás, pero el maldito, también puede bajar tranquilo y en paz al infierno. Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que un rico entre el reino de Dios.

 

Andrés García Bolívar
Pastor iglesia evangélica: “El Evangelio Eterno”
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