Escasez alimentaria se agudiza en el sur del país
5 de cada 10 alimentos esenciales se consiguen en mínimas porciones en abastos y revendedores que con elevada especulación sacan provecho al desequilibrio que sufre la economía venezolana caracterizada por una demanda que rebasa abiertamente a la oferta.
Mientras la demanda se eleva la oferta se reduce, y según los empresarios, la escasez responde al recorte en la entrega de divisas al sector privado que obliga a disminuir las importaciones y a la caída de la producción en rubros esenciales, aunque para muchos la escasez es inducida por la apuesta de empresarios a la caída del presidente de la República.
El chavismo cree, con sobrada razón, que Estados Unidos está detrás de la salida del Presidente, aunque sería quitar un grupo de nuevos empresarios para montar los que se hicieron millonarios en la llamada Cuarta Republica, que en nada favorecerán a las clases más deprimidas del país.
El Gobierno se defiende continuando con su plan de importaciones de alimentos para disminuir la escasez, pero hasta ahora no ha podido sustituir eficientemente a las empresas del sector privado y a lo que no producen las compañías estatizadas.
La escasez de alimentos ha desembocado en continuos incremento de precios que ya llegan en el sur del país a niveles inaccesibles, afectado con más fuerza a las familias de menos ingresos, es decir, indígenas y campesinos.
El fracaso que ha tenido el control de precios no es novedad en Venezuela. Durante el Gobierno de Jaime Lusinchi la inflación anual pasó de 15,7% en 1984 a 40,3% en 1987, en plena aplicación del control de precios y con un agresivo plan de multas y cierres a especuladores.
La escasez es uno de los fenómenos particulares que han afectado la economía venezolana. Esta situación se da en productos con precios regulados, como la leche, diversos tipos de carne, pollo, café, arroz, aceite, harina precocida, mantequilla; así como también, productos de primera necesidad como papel higiénico, productos de aseo personal, medicinas para tratar enfermedades degenerativas como el cáncer entre otros.
En estados fronterizos, como Amazonas, la problemática se agrava aún más debido a la facilidad de llevar mercancía barata de contrabando desde Venezuela hasta Colombia. El contrabando de gasolina es un negocio ilegal de frontera, pero más rentable que el tráfico de drogas, en razón a la menor persecución.
En las proximidades de las estaciones de gasolina de Caicara de Orinoco, a los campesinos les venden un tambor en 600 bolívares. En Amazonas la gasolina pasa a Colombia como Pedro por su casa, mientras en las comunidades ribereñas venezolanas no hay.
En Caicara los alimentos de Mercal los venden en las casas de familias. La leche a 600 bolívares la bolsa. Arroz, azúcar, harina y espagueti de Mercal, en los campos llega próximo a los cien bolívares el kilogramo, y el litro de aceite en 200 bolívares. Para las comunidades indígenas de Amazonas esos alimentos no llegan. En Río Negro un pollo cuesta 800 bolívares y azúcar 200, si se consiguen.
Esto contrasta con la prosperidad que aquí exhiben los dirigentes de la oposición y el chavismo. Se pavonean en lujosas camionetas y con escoltas, hasta en Hommer, mientras los pobres, que somos el 85 por ciento, pertenecemos a la generación de las colas para poder llevar comida a la casa.
La alerta económica debe rondar el Palacio de Miraflores a fin de poner freno al continuo ascenso de la especulación, porque esta situación podría generar fuertes problemas sociales. Presidente, quiétele algo a contratistas y proveedores que siguen enriqueciéndose en ministerios, gobernaciones, alcaldías y los institutos autónomos. Hasta cuando hablarnos de socialismo y revolución con el hambre roncando en el estómago y la oligarquía rojita disfrutando a placer.
Andrés García Bolívar
Pastor iglesia evangélica: “El Evangelio Eterno”
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Lea en este blog más artículos y los libros: La familia del Yaruro, Un grito en el sur y La Justicia de Justa.