Enfrentemos con vigor a los gringos, el hambre y la corrupción

11.03.2015 11:43

El presidente Nicolás Maduro anunció la instalación del sistema de armas antiaéreo con el objetivo de modernizar los viejos escudos de defensa, ante una posible invasión norteamericana, frente a la cual tenemos el deber de defender la patria suya y mía, amigo lector, porque Venezuela no es un objetivo militar para los marines, es un objetivo económico para las empresas petroleras que con la llegada de Hugo Chávez al poder perdieron ese privilegio.

Obama traicionó a Kenia, la patria de sus tíos y abuelos que muy alegres saltaban de alegría el día que conquistó la presidencia de Estados Unidos, pero meses más tarde, este negro de corazón blanco, desenfundó su sentimiento norteamericano liquidando las aspiraciones de un país que vio en su hijo la resurrección de su maltrecha economía. Si el premio Nobel de la Paz traicionó su propia familia keniana, no lo detendrá Venezuela en su afán por expandir las empresas petroleras de las familias más ricas del planeta, que manejan a su antojo el Consejo de Seguridad de la ONU y al Alto Comisionado para los Derechos Humanos establecido por el Vaticano en la ONU para apoyar cuanta invasión se le ocurra a estas familias que invaden países bajo el argumento de defender los Derechos Humanos, cuando la verdad es que lo hacen para apropiarse de los recursos mineros, forestales e hídricos. País que no otorgue contratos de exploración y extracción de petróleos a sus empresas, país que tendrá que enfrentar sus tropas, como ocurrió en Libia, Irak y las invisibles armas químicas que nunca aparecieron, pero que costaron más de un millón de muertos. Últimamente Siria. Obama desplegará sus armas contra quien se oponga a sus políticas intervencionista y las de sus aliados.

La primera comisión enviada por el Consejo de Seguridad a inspeccionar el país a intervenir, la conforman funcionarios de Derechos Humanos que apunta de informes falsos justifican la intervención y consecuente llegada de las tropas. Así se observa los dientes de la alianza entre el Vaticano y las familias poderosas de Estados Unidos.

Defendernos de una posible invasión está bien, Venezuela es la cuna del petróleo mundial, pero también debemos cuidarnos de los perros de la guerra que azuzan acciones bélicas para lograr poderosos contratos de ventas de armas y endeudar los países como ha ocurrido en el pasado con las guerras en América Latina, más un país como el nuestro, con una economía en franca caída libre y una corrupción devorando a placer los recursos de todos los venezolanos.

Recuerden la entrada de la fraga Caldas de Colombia al golfo de Venezuela, y la consecuente compra de armas.  La empresa de suministro de armamentos, “La Margol”, logró un contrato de suministro por un lote de municiones yugoslavas que no percutaban, luego la empresa Van Dam C.A logró otro contrato para la repotenciación, modernización, remozamiento y entrega “llave en mano” de 81 tanques AMX-30 y 4 recuperadores de tanques AM, cuyo contrato nunca fue terminado, pero   los perros de la guerra cargaron con millones de dólares propiedad de todos nosotros.

Creo que paralelamente a esta compra de armas, debe lucharse por armar también los trabajadores agrarios diezmados por la peor plaga que viene arrasando y destruyendo la agricultura, una corrupción indetenible que se apropió del dinero de Agropatria, Fondas, Fondafa y Bandagro. El delito fue consumado, pero la Comisión Permanente de Contraloría de la Asamblea Nacional y el Ministerio Público, al tratarse de camaradas de la nueva oligarquía roja rojita, guardaron silencio cómplice, propio de la solidaridad automática de la Cuarta y República.

De no esforzarnos por lograr la independencia económica y la tan publicitada soberanía alimentaria, otro de los tantos chistes nuevos, los gringos nos ganaran la guerra sin que las topas tomen cabeza de playa en nuestras costas. Nos someterán por hambre, como lo vienen haciendo con unas empresas productoras y distribuidoras de alimentos que más defienden los intereses norteamericanos que los de su propio país. Esta guerra se gana en el campo, pero atacando la peor de las plagas que liquida sembradíos grandes y pequeños, la corrupción administrativa.

Hugo Chávez entendió perfecto y dio inicio a un proyecto nacional de apertura de empresas para lograr la independencia económica, su error creer que por la vía del socialismo lo lograría. Se esforzó por establecer la soberanía alimentaria, pero más pudo una clase corrompida, que los esfuerzos del presidente.

En este país capitalista la industria de cualquier naturaleza prosperará como empresa privada, es tan cierto esto, que la actual dirigencia del chavismo discursa fuerte contra el capitalismo salvaje, predica las bondades del socialismo y ronca duro contra el neoliberalismo, pero tienen empresas y bienes en diferentes ciudades del país, fincas ganaderas, quintas, apartamentos y cuentas repletas de dinero proveniente de la renta petrolera, lo mismo que hacen las familias norteamericanas dueñas de las empresas ptrolras.

La escasez alimentaria que existe obliga a dejar de lado la compra de armas e invertir esos recursos en adquirir alimentos para poner freno al desabastecimiento que nos tiene haciendo kilométricas colas para comprar un pollo, un kilo de azúcar y dos de arroz. En estas condiciones, ya la guerra está perdida.

 

Andrés García Bolívar
Pastor iglesia evangélica: “El Evangelio Eterno”
Teléfono: 04161067319
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