El paro alimentario que harán los más ricos, es contra los más pobres de este país.
Apropiarse de los bienes del Estado, es un delito frente a los hombres y frente al Reino de Dios. El ladrón va al infierno, cuanto más quien esconde los alimentos de un país donde el 80 por ciento es pobre y alto porcentaje de ellos, en pobreza extrema, es decir terminar por asesinar a niños indígenas y campesinos que padecen de desnutrición para que los más ricos se apropien del presupuesto nacional. Dios paga conforme a la obra de cada quien, sea buena o mala.
El grupo de empresarios que están liderando el paro que comenzó el día jueves con el estacionamiento de las gandolas que distribuían alimentos, desconocen que negarles la comida a los pobres es maldición. Cristo es Dios de los pobres, por eso dice: Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? Respecto de los ricos dice: Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de Dios. Advierte en su Palabra: Maldito el que acapara los alimentos, los pueblos lo maldecirán. Pero si ustedes señores empresarios se devuelven de su maldad, Cristo los bendecirá con su misma Palabra: El que ayuda al pobre, en el día malo lo librará Jehová.
Cuando ustedes engordan sus ojos con especulación e incrementando con abultados sobre precios los precios de los alimentos, están actuando contra el pueblo de Dios. No añadan más pecado al que ya tienen, para que no sean encontrados enemigos de Dios. Devuélvanse de su maldad, porque Dios no está con ustedes.
Igual ocurre cuando los líderes de las organizaciones políticas, diputados nacionales y regionales, ministros, gobernadores, alcaldes y directores del Gobierno Nacional se apropian del dinero de todos, cometen un delito que no tiene perdón frente a los hombres y, frente a Dios, salvo que destruyan el anatema y devuelvan lo robado.
Estos líderes puestos por Dios para gobernar el país y sus regiones, se rodean de proveedores y contratistas para enriquecerse junto a sus familiares, cobrando soborno y recibiendo presentes o regalos, que es el mismo soborno de parte interesada. A través del engaño, se apropian del dinero de consejos comunales, créditos y recursos de las instituciones públicas, olvidan que Dios es real y que no puede ser burlado. Con estas prácticas que se vienen arrastrando por siempre, el país ha estado y estará bajo maldición, nada prosperará. En lo mismo caen quienes se lanzan asesinando niños y sometiendo un país por hambre para conquistar el poder. Pueden obtener la victoria, pero en la misma maldición, es decir, bajo maldición, y así, nada prosperará.
Otro delito frente a los hombres y frente a Dios es la avaricia. Esta malacia del diablo se posesiona de los hombres y los obliga a amontonar riqueza a manos llenas, sin importar que el resto de los venezolanos nos hundamos en extrema pobreza, que el hambre azote familias y niños con mirada triste que se convierten en huesos forrados en cuero, como ahora andan yanomanis, panares, guajibos, otros grupos indígenas y familias campesinas. Al gobernante sólo importa exhibir pomposas riquezas. Desconocen que el hombre no es salvo por los bienes que tenga. La riqueza malhabida es el ancho camino al infierno.
A contratistas y proveedores cobran jugosas comisiones por obras y compras que les adjudican. Dice La Palabra en Deut: 16:19 «no tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas ni tomes soborno: porque el soborno siega los ojos de los sabios y pervierte las palabras de los justos", es decir, pecado delante de Dios. En Ex. 23:8 «no recibirás presente; porque el presente ciegan los que ven y pervierte la palabra de los justos», es maldición delante de Cristo.
Los bienes obtenidos por soborno son tropiezo al final de la vida. Mueren de penosas enfermedades y sufriendo de por vida. Otros destruyen sus hogares, convierten en enemigos a sus propios hijos enfrentados por el mismo dinero robado. Desconocen que la avaricia los entregó al diablo que ahora los azuza a la pela. Cuando mueren las riquezas van a manos de otros. Si usted cree que digo mentiras, observe como mueren los que se apropian del dinero de los más pobres y cuál es el camino final de su familia.
El soborno en las instituciones públicas, es robo de dinero que pertenece a todos los venezolanos. Cuando usted señor gobernante, cobra soborno o recibe presente, le está quitando el pan de la boca a miles de niños que hoy padecen desnutrición por culpa suya. Sepa que de usted se alejó el perdón de Dios, va al infierno, salvo que se arrepienta de sus pecados y devuelva el dinero robado. No puede presentarse delante de Dios con el anatema o la maldición en manos. Dice Ezequiel capítulo 33 verso 14 al16: Y cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; si él se convirtiere de su pecado, e hiciere según el derecho y la justicia, si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, y caminare en los estatutos de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá. No se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido; hizo según el derecho y la justicia; vivirá ciertamente. Esto es el versículo 15 del capítulo 20 del Ex. Ley de Moisés: No hurtarás.
Usted sabe que Dios es amor, eso es verdad, pero no te perdonará el robo que hagas. Si usted no cree, siga robando, pero un día, aunque tarde, entenderá que el infierno es tan real como el alimento de cada día. Apocalipsis 20:11 al 15.
Si te han predicado y te arrepentiste sin devolver lo robado, te mintieron. Muchos predican y profetizan por hambre. Predicen bienestar y prosperidad cuando les dan de comer, cuando no les dan comida, profetizan guerra y maldición contra las autoridades.
El evangelio es gratuito, no se paga diezmo, primicia y ofrenda. Somos imitadores de Cristo. Cristo no le cobró nada a nadie. Ahora es por fe, cumpliendo con lo escrito en la Palabra de Dios. Reyna Valera, edición de 1960.
Andrés García Bolívar
Pastor iglesia evangélica: “El Evangelio Eterno”
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Lea en este blog más artículos y los libros: La familia del Yaruro, Un grito en el sur y La Justicia de Justa.