El hambre acosa en la frontera y los operadores políticos cargaron con el dinero de la agricultura
Miles de familias del sur del país, apenas consiguen lo necesario para alimentarse cada día, pero no alcanza para llevar una vida saludable y productiva. El número de personas víctimas del hambre ha aumentado debido a las crisis financieras y económicas, cuya ingesta de energía alimentaria se encuentra por debajo del mínimo requerido para llevar una vida activa, muchos de ellos afectados por desnutrición, con sus consecuentes causas, frecuentes infecciones y enfermedades, afectando mayormente la población infantil indígena, donde mueren de infecciones comunes como la diarrea, vómitos, gripes y sarampión. Esto dificulta el desarrollo de las personas y las sociedades: la subnutrición mata e incrementa la morbilidad. Niños que luego sufren de retraso del crecimiento debido a la nutrición inadecuada, con altas posibilidades de no alcanzar su pleno potencial educativo y productivo.
Así lo confirman los médicos del servicio de Pediatría, del Hospital José Gregorio Hernández de Puerto Ayacucho y el Arnoldo José Gabaldón de Caicara de Orinoco, sumándose un informe de la misión cubana Barrio Adentro, en el que se da cuenta del alarmante crecimiento de la extrema pobreza entre familias habitantes de comunidades indígenas, campesinas y sectores empobrecidos de Puerto Ayacucho y Caicara de Orinoco.
El problema de acceso a la alimentación es debido a la escasez de productos de la cesta básica y a las subidas repentinas y elevadas de precios, que contrastan con los bajos salario y la elevada tasa de desempleo. La población más desfavorecida permanece atrapada por el hambre al no poder adquirir los alimentos necesarios. Este incremento de precios ha superado el máximo registrado en 2008, después de haber aumentado en un 47 por ciento desde junio de 2010. Así, la inflación de precios de los alimentos se ha acelerado tanto, que obliga a las familias a gastar sus ganancias en comida.
Es urgente centrar los esfuerzos en reducir el hambre, previniendo, detectando y tratando la desnutrición. Asimismo, ejerciendo acciones de denuncia ante los actos que transgreden los derechos humanos de las poblaciones más desfavorecidas. Hay que buscar acabar con el hambre y la pobreza mediante el trabajo directo promoviendo el empoderamiento de las personas para llevar una vida de autoconfianza, satisfacer sus propias necesidades básicas y buscar un desarrollo sostenible.
La movilización de grupos locales a nivel de base, el empoderamiento de las mujeres como agentes de cambio y el establecimiento de asociaciones efectivas con los gobiernos locales, pero nada de esto se ventila entre los mandatarios de la región. No han presentado proyectos para ayudar a pequeños productores en sus comunidades a adaptar sus prácticas agrícolas y mejorar su productividad para fortalecer la capacidad de campesinos, en hacerle frente a la inseguridad alimentaria.
Con urgencia se amerita proyectos de fortalecimiento de la capacidad de respuesta de comunidades campesinas e Indígenas ante la inseguridad alimentaria que cobra fuerza, en una región donde no hay sintonía entre las políticas de desarrollo del gobierno regional y locales, para mitigar la escasez de alimentos, comenzando por reconocer las causas de la misma: la escasez de agua, degradación de los suelos, cambio climático, explosión demográfica y epidemias, entre otras. Es indispensable una coordinación conjunta interinstitucional, entre los ministerios de Agricultura, Salud, Educación, Desarrollo Social y las direcciones regionales.
Hay que impulsar con urgencia proyectos de asistencia técnica y financiera a pequeños productores para mejorar e incrementar su productividad agrícola mediante el uso de sistemas agroforestales y de irrigación. Además, apoyarlos en amejoramiento de riesgo agrícola y la producción de granos básicos con prácticas de costos reducidos y amigables con el ambiente.
Las alcaldías y gobernaciones del país pueden presentar proyectos agrícolas al Consejo Federal de Gobierno y su órgano ejecutor, el Fondo de Compensación Interterritorial, pero, tanto el dinero para inversión y el asignado por esta vía, lo planifican en vivienda, vialidad y electricidad para asignárselos a contratista que reintegra el 20% de soborno. Bajo este concepto jamás podrán cristalizarse proyectos agrícolas que contribuyan al mejoramiento de la calidad de vida y la consolidación de la soberanía alimentaria.
El gobernador opositor de Amazonas Liborio Guarulla, la diputada Nirma Guarulla y los chavistas Nicia Maldonado y la directiva del PSUV, han convertido el dinero de todos en lujosas quintas, hermosas camionetas y cuentas repletas de dinero, sin importar que las familias indígenas y campesinas, que ellos representan, sigan con el estómago roncando de Hambre.
En la gobernación hay doce mil trabajadores cobrando por debajo del salario mínimo. La Asamblea Legislativa designada por Guarulla, aplaude la decisión porque está para avalar y participar de la misma corrupción del gobernador. Las alcaldías son simples empresas familiares, con trabajadores que cobran hasta ochocientos bolívares mensuales. Muy duro ataca el hambre en esos pueblos sometidos al criminal yugo de estas familias mantenidas en el poder con los votos colombianos.
Esta indigna dirigencia sigue su campaña para escogencia de diputados, de espalda a la amarga realidad económica que azota al mismo pueblo del que se apropiaron ilegalmente de su dinero. El hambre recorre de uno a otro lado la región y ellos continúan amontonando fortuna, frente a una Contraloría y Fiscalía, que soslayan sus cómplices miradas.
El ministerio de Agricultura de Amazonas marcha a la cabeza de la corrupción agrícola. Otorga créditos a operadores políticos que devuelven el favor con hasta la mitad del dinero. Bajo este mismo criterio asignaron los créditos de Fondas y Agro Venezuela. Ahora llegó el hambre y la producción agrícola no se observa por ningún lado.
Dice Jesucristo en su Palabra: que vuestras costumbres sean sin avaricia. La avaricia es un demonio, es una maldición. De allí que narcotraficantes, paramilitares, los gobernantes y sus ejecutivos corruptos que cobran soborno a contratista y proveedores para hacerse ricos ellos y sus familiares, están bajo maldición. Van con su dinero robado tranquilos al infierno. Muchos no llegaran al final de sus días. Los asesinaran en su oscuro camino o mueren corroídos por largas y dolorosas enfermedades. Destruyen su matrimonio o su familia. Sus hijos se van por el camino del delito. Los narcotraficantes conocidos y los corruptos que se han robado el dinero de los más pobres, han muerto en su ley. Asesinados y corroídos de largas y dolorosas enfermedades. Piense en usted y su familia, si no quiere morir igual a ellos. Apártese de la mentira del diablo, sirva a su pueblo, apártese de la avaricia y la riqueza fácil. Los que roban no entran al reino de Cristo, tienen que devolver el dinero robado u obtenido por vía del narcotráfico. El que no lo haga, va directo al infierno. Nadie se presentará delante de Cristo con la inmundicia en sus manos. Dios no da por inocente al culpable.
Andrés García Bolívar
Pastor iglesia evangélica: “El Evangelio Eterno”
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