Derechos humanos o el antifaz de la avaricia
En el sur del país se aprecia una creciente preocupación por la situación de los derechos de los niños y niñas indígenas, pero muy poco se hace acerca de las carencias que enfrentan esos niños y niñas viviendo en condiciones de pobreza. Para visibilizar las situaciones de inequidad que afectan especialmente a la niñez indígena, se hace necesario impulsar proyectos conjuntos entre instituciones estatales sobre pobreza infantil y desigualdad, con el objetivo de evaluar tanto la pobreza y la desigualdad infantil en la región, en sus múltiples dimensiones a fin de proporcionar bases para la comprensión de lo que significa ser un niño pobre y excluido.
A pesar de su creciente influencia política, los pueblos indígenas han avanzado poco en materia económica y social, y continúan sufriendo altos niveles de pobreza, menor educación y mayor incidencia de enfermedades y discriminación que otros grupos. Los pocos beneficios económicos obtenidos, han generado cada vez más insatisfacción, intensificando demandas de redistribución de la riqueza regional y nacional.
Las comunidades indígenas no tienen las mismas oportunidades de empleo y acceso a los servicios públicos, la protección de la salud, la cultura y la administración de justicia que otros grupos sociales, incluso siendo la mayoría en la amazonia venezolana son afectados por factores políticos, económicos, sociales, militares y ambientales, que articularon experiencias de privación material, jurídica y simbólica, y de reproducción de relaciones de desventaja.
Las posibles respuestas están relacionadas con las condiciones que desvincularon a los pueblos indígenas del control de sus territorios, los sometieron a condiciones de pobreza y los relegaron a los márgenes de la sociedad o directamente los excluyeron. Frente a esta situación, las reacciones políticas se traducen en reclamos de autonomía, autodeterminación y reformulación de relaciones de pueblos indígenas con el Estado.
A nombre de la lucha en favor de estos pueblos crecieron liderazgos, organizaciones políticas y religiosas que cargan con los recursos asignados por el gobierno nacional para atender las carencias que mantienen estos grupos de seres humanos viviendo en condiciones de mendicidad, cuando se trata de nuestras raíces originarias.
Los grupos defensores de derechos humanos, han visto rodar su antifaz frente a la grave crisis económica en que se encuentra sumergido el país, y que en mayor proporción afecta las clases más empobrecidas, entre las que se encuentran los grupos indígenas. El Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho, responsable de la desaparición de miles de millones de bolívares asignados a comunidades indígenas, permanece boca cerrada frente al paro empresarial, que mucho les conviene para echar a Nicolás Maduro del poder, aunque los indios continúen muriendo de hambre.
No hay azúcar, arroz, espagueti, leche y otros insumos necesarios para la alimentación de niños y madres indígenas, cuando ellos pueden a través de la Conferencia Episcopal Venezolana emprender una lucha en favor de los más pobres para reabrir las empresas, pero no lo harán, también responden al llamado de las familias petroleras norteamericanas de echar a Maduro para ponerle manos al negocio petrolero, quedando claro frente a la opinión nacional, que sus organizaciones que aparentemente defienden derechos humanos, no son más que un mecanismo para proteger elites regionales y mundiales.
A nombre de los indígenas, el gobernador de Amazonas tiene 16 años en el poder, tiempo durante el cual las comunidades le han servido como escalera política, y en retribución mantiene más de trece mil trabajadores, 80% indígenas, cobrando por debajo de ocho mil bolívares mensuales, cuando él es dueño de clínicas privadas, quintas, edificios, hoteles, posadas turísticas, fincas ganaderas y lujosos vehículos.
Su lucha indígena quedó atrapada en la casita de INAVI, donde vivía antes de llegar a ser el millonario que ahora usa vestidura indígena para recordar la semiesclavitud en que viven los trabajadores indígenas dependientes de su gobierno.
Prefirió favorecer con contratos a Henry Ramos Allup, que a sus propios familiares indígenas, abandonados en la Isleta del Guainía donde nació.
Venezuela es de Jesucristo
Andrés García Bolívar
Pastor iglesia evangélica: “El Evangelio Eterno”
Teléfono: 04161067319
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Andresgarbo@hotmail.com
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