Buitres algodoneros de la oposición y del chavismo hicieron caer drásticamente la producción.
El algodón, cultivo que alimenta las empresas textileras del país, por más de 40 años fue la industria que más empleaba familias a lo largo del Eje Orinoco, llegando a alcanzar cifras record de producción con más de 70 millones de kilogramos anuales, hoy ve reducido su potencial a menos de la mitad de su producción y unas dos mil familias arrinconadas en médanos altos de los estados Bolívar, Guárico y Apure, sobreviviendo a la pobreza extrema en que las sumergieron las empresas algodoneras que supuestamente los apoyaron a lo largo de 35 años.
El trabajo se redujo tanto, que prefieren trabajar cultivos para la subsistencia en pocas hectáreas, que lanzarse nuevamente a las manos devoradoras de unos buitres, que cargaron con los recursos del programa algodonero del gobierno y con las ganancias de estas familias que llevan sobre sus lomos deudas impagables, obtenidas por vía de vericuetos administrativos en los que no se hacían los cortes de cuentas a final de jornada, sino que el cobro de intereses continuaba en invierno y verano.
Durante el invierno las familias abandonan las vegas ante la crecida del río Orinoco y se refugian por unos cuatro meses en lugares altos, hasta la bajada de agua, para dar inicio a una nueva jornada algodonera con limpieza del suelo, siembra, y cosecha, que dura unos cinco meses.
Pese a este panorama sombrío, aún quedan pocos agricultores que trabajan el producto, pero bajo el riesgo de ser nuevamente estafados por unas empresas que retardan la compra hasta la crecida del Río Orinoco para pagar a precio de gallina flaca.
Ellos perfectamente conocen sus maniobras para apropiarse de los fondos del programa algodonero. Lo vienen haciendo desde la época del Instituto de Crédito Agrícola y Pecuario ICAP, hasta la llegada de la revolución donde se llevaron los primeros 20 mil millones que el presidente Hugo Chávez destinó para la recuperación de la siembra de algodón.
En la "época dorada del algodón" el país alcanzó el record de 44 mil hectáreas, con el ya mencionado volumen de 70 millones de kilogramos que daban vida económica a los puertos de Cabruta y Caicara, y sustento a más de dos mil familias.
De 1970 al 2014, el rubro perdió 70% de su superficie y 65% de su volumen de producción. Cifras alarmantes que demuestran como actualmente se siembran menos de 20 mil hectáreas, con un volumen de producción por debajo de los 20 millones de kilogramos. El rendimiento apenas supera los 1.000 kilos por hectárea, muy inferior a países como Estados Unidos y Brasil, que llegan a 2.500 kilos por hectárea.
La caída de la producción se inició a comienzos de la década del noventa cuando los productores, que venían cargando con deudas millonarias, comprendieron la imposibilidad de continuar trabajando con una empresa que arrojaba perdidas al final de cada jornada. Ellos se hundían en mayor pobreza y los buitres del algodón engordaban sus fortunas comprando fincas ganaderas, hermosas quintas y lujosos vehículos. Nunca las autoridades del ICAP y las de ahora han investigado, pues son participes de la misma estafa.
Los campesinos por unos 20 años cargaron con las deudas al final de cada jornada. La primera empresa fue perdiendo credibilidad y productores, y una nueva se levantaba sobre las cenizas de la anterior ofreciendo transparencia en el trabajo, pero siempre culminaba con las mismas mañas. Así, durante los 35 años de labores surgieron unas cinco empresas hasta que los productores abandonaron las vegas, descubriendo 35 años después, que las empresas siempre fueron del mismo dueño, que conjuntamente con las autoridades del ICAP y las de la revolución, absorbieron todos los recursos del programa algodonero.
Los campesinos subsisten en medio de aplastante pobreza con sus niños barrigones de parásitos, anémicos de hambre y muchos, sin escolarización, mientras estos dirigentes empresariales del chavismo y la oposición disfrutan a placer sus fortunas. Hay un Dios que dice en su Palabra: No robes al pobre, porque es pobre, ni quebrantes en la puerta al afligido; porque Jehová juzgará la causa de ellos, y despojará el alma de aquellos que los despojaren.
Andrés García Bolívar
Pastor iglesia evangélica: “El Evangelio Eterno”
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