Bachaqueo binacional agudiza crisis económica
La crisis económica en Venezuela podría derivar en una humillante crisis humanitaria, si el gobierno nacional no endurece su postura frente al contrabando desaforado de alimentos que ejecutan, a plena luz del día, trabajadores del sector público y privado con apoyo de la Guardia Nacional, cuerpos policiales y altos ejecutivos del gobierno de Nicolás Maduro, amparados en una apestosa impunidad, que dio rienda suelta a los más diversos mecanismos de corrupción, que ventilaron a la luz pública, la ineficaz administración de justicia, de un Poder Judicial corrompido hasta sus cimientos. Siempre he sugerido al presidente Maduro, aperturar páginas en internet para que el país denuncie a jueces, fiscales, generales, ministros, gobernadores, alcaldes y directores de institutos nacionales implicados en ilícitos administrativos. Eso será la mejor contraloría social que contribuya con el adecentamiento ético y moral del país. Al Presidente, sólo tocará dar repuesta y olvidarse para siempre de la Ley Habilitante.
Las acusaciones entre chavismo y oposición van y vienen y el paramilitarismo, que ciertamente contrabandea alimento, sirve para que los ejecutivos del gobierno nacional laven sus manos en inocencia, cuando son ellos los que realizan las millonarias ventas. El problema Presidente, es la agresiva corrupción interna. Del cien por ciento de los alimentos que la empresa CASA envía para Amazonas, sesenta por ciento lo venden a empresarios colombianos antes de llegar a Puerto Ayacucho, y de la otra porción, gran parte se va a las manos del sector privado, dejando los pueblos del interior desabastecidos y en medio de la fuerte crisis alimentaria, que mantiene a la gran mayoría, sobreviviendo.
Las colas frente a comercios son kilométricas para obtener carne, leche, pollo, azúcar, café, agua embotellada, aceite o harina, pero también pañales, papel higiénico, jabón, condones, retrovirales y medicinas para males crónicos como tensión, diabetes o epilepsia, topándose en la mayoría de los casos, con una estantería vacía. Las colas siguen creciendo, el peregrinar de un local a otro es común y los empresarios productores de alimentos, preñados de avaricia, gozan con el sufrir de cada venezolano. Son aliados de las familias petroleras de Estados Unidos, las más ricas del planeta. Poco les importa que niños venezolanos mueran de hambre. Lamen sus labios y frotan sus manos a la espera que un presidente impuesto desde Washington, asuma el control para que la banca gringa nos regrese a los momentos antes de la llegada al poder de Hugo Chávez. Hugo fue inmenso, sacando dos millones de familias de la extrema pobreza y escolarizando dos millones de niños más, pero esta crisis, no empujará a todos al abismo de la pobreza y la oscuridad del analfabetismo.
Nicolás Maduro llamó al gobierno de Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe a trabajar en conjunto para combatir la delincuencia y las bandas criminales que operan a lo largo de la frontera entre ambos países, y activar los mecanismos de seguridad para garantizar la paz en San Antonio del Táchira, Ureña y municipios adyacentes. Muy claro debe estar Maduro, que son ellos los impulsores del bachaqueo paramilitar, pero mientras el Presidente hace esfuerzos por controlar el difícil panorama, empresarios colombianos conectados con ejecutivos y efectivos de los cuerpos de seguridad, adquieren grandes cantidades de alimentos e insumos regulados y los pasan a plena luz del día hacia Colombia, pagando las respectivas vacunas en cada una de las alcabalas fronterizas.
Otro grueso volumen de alimento cruza legalmente con documentos firmados por los generales de la corrupción y altos ejecutivos del gobierno de Maduro, tal como ocurre con las gandolas de alimentos de Mercal que descargan en Cabruta, Guárico, gruesos volúmenes transportados en embarcaciones de Fondas y otras instituciones oficiales hasta Puerto Carreño, Colombia. De igual manera miles de litros de gasolina cruzan libremente por Puerto Páez, Isla de Ratón y San Fernando de Atabapo con el visto bueno de los cuerpos de seguridad.
Gran parte de los alimentos de Mercal también remontan ríos rumbo a las minas localizadas en diferentes lugares de Amazonas y el Estado Bolívar, donde los precios se elevan trescientas veces por encima de su costo real. Se suma a este desagüe el bachaqueo interno de venta de estos productos a restaurantes, asaderos y familias que revenden en sus casas con alta especulación. Un kilogramo de leche de Mercal cuesta cincuenta bolívares. En Colombia lo venden por siete mil bolívares.
Estos acontecen frente a la vista de las autoridades del chavismo, liderado por Nicia Maldonado y Edgildo Palau. El opositor Liborio Guarulla y su hermana Nirma Guarulla, supuestos luchadores indígenas, poco les importa que el hambre haga estragos entre familias indígenas, ellos ya resolvieron su problema económica al convertirse en los dirigentes indígenas más ricos del sur del país. Tanto Nicia como Liborio, desconocen los muchos bienes que ahora poseen, como producto del cobro del veinte por ciento de soborno a contratistas y proveedores. Se burlan de la lucha contra la corrupción de Nicolás Maduro o su Ley Habilitante, al fin, eso no avanza más allá de meras palabras.
Presidente, no haga gobierno de calle, deje que la calle gobierne. Aperture páginas en internet y permita al país hacer la más eficiente contraloría social. Usted cumpla con su palabra y alístese para que eche los corruptos de su gobierno.
Andrés García Bolívar
Pastor iglesia evangélica: “El Evangelio Eterno”
Teléfono: 0416106l7319
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